jueves, 9 de julio de 2009

Cuando me hicieron mujer



Aquel verano me quedaron tres asignaturas pendientes, que ahora las llamo los suspensos hormonales, estaba casi recién despierta al sexo y, pese a que siempre fui buena estudiante, aquella baja en los estudios fue un disgusto para mis padres.
Como todos los veranos nos fuimos al pisito que teníamos en la playa, hasta entonces las vacaciones habían sido como estar en el paraíso, todo el día con las amigas riendo y jugando, pero ese año la cosa cambió.
He de aclarar que el curso lo pasé más pendiente de mi entrepierna, con toda la parafernalia que eso lleva, que de los libros, algo que ahora veo lógico, y entre fiestecitas, refregones y muchos besos a destajo al final me eché un noviete del que estaba locamente enamorada.
Hasta ese momento permanecía virgen, no por faltas de ganas de probar hombre dentro de mí, sino por mala suerte, ya que mi amigo resultaba que tenía fimosis, lo que me obligó a ser experta en todo tipo de manipulaciones, cubanas y felaciones.
Visto desde la perspectiva de hoy, sabiendo que siempre fui una mujer bastante ardiente, aquello más parecía una maldición divina, ya que existiendo cientos de chavales que me habrían llevado al Séptimo Cielo, me voy con el único que tenía el pito en malas condiciones y que necesitaba una reparación; pero el amor es así y a todo se adapta una, que tengo una amiga que se casó con un tío que tiene un micropene y la pobre dice que es feliz.
En la playa tenía una amiga muy especial que estaba en mi colegio y con la que todos los veranos, desde pequeñas, siempre éramos las que montábamos pandilla. Esta amiga tenía un hermano mayor que ella, que por cierto tuvo un pequeño lío con otra amiga nuestra el invierno anterior, lo que lo hacía más cotizado. He de aclarar que a mí siempre me gustaron los hombres mayores que yo.
Los horarios de estudio me estaban chafando las vacaciones, me tenía que levantar temprano para estudiar y a las 12 nos íbamos a la playa, a las 2 a casa a comer y después, hasta las 8, a estudiar de nuevo si quería salir a dar una vuelta.
A mi amiga las hormonas le había hecho la misma jugarreta que a mi y también tenía que estudiar si quería aprobar lo que le quedó en septiembre, así que su hermano se ofreció para darnos clase después de comer, algo que a mi en concreto me agradó sobremanera, porque así salía y de camino estaba cerca del macho que me gustaba, eso sí, sin intención de ponerle los cuernos a mi novio que estaba en la ciudad con más asignaturas pendientes que yo.
El destino quiso que la abuela de mi amiga se pusiera enferma y toda la familia tuvo que levantar el campamento para volver a la ciudad para cuidarla, bueno, toda no, que el hermano se quedó, así que me encontré con un profesor para mi sola. Para mis padres la familia de mi amiga seguía allí en la playa, de lo contrario no me habrían dejado ir más a las clases particulares.
La primera clase en solitario ya fue bastante escandalosa porque el hermano de mi amiga, cuando no me sabía o comprendía algo, me decía que me iba a castigar dándome azotes en el culo, algo, que con mi carita de buena, me excitaba pensarlo.
El segundo día el castigo se materializó y aquello me puso al rojo vivo, el culo y mi sexo, por el deseo, así que tomamos confianza y pasábamos ratos charlando con conversaciones al borde del precipicio, hasta que le conté lo de mi novio como si fuera una confesión. El no se lo creía, decía que le estaba mintiendo, pero se le veía en la cara que aquello le satisfacía y que ya venía con otras intenciones, sobre todo porque yo favorecía aquel estado de cosas, que tonta no era.
Ya un día la cosa se puso al rojo y al final terminamos besándonos los dos de pie y abrazándome mientras refregaba su pene, duro como una piedra, contra mi barriga y me cogía el culo; y besos van y besos vienen hasta que se la sacó del pantaloncito que llevaba. Cuando vi como se bajaba el prepucio lo primero que pensé fue que aquello estaba hecho para mi y que era mejor no resistirme a nada, así que terminamos en la cama y me hizo mujer.
La verdad que mis amigas me habían metido el miedo en el cuerpo diciendo que dolía mucho, pero la cosa no era para tanto, molestaba la primera vez pero era soportable ya que se compensaba con el placer que daba.
Evidentemente que no pude correrme y no sangré tampoco, él desde luego sí que se corrió y muy bien por lo que pude observar.
Al salir de su casa imaginaba que todo el mundo se daría cuenta que me habían desvirgado por mi forma de andar, así que ahora me imagino andando como una pingüino para tener las piernas más juntas.
Más tarde comencé a tener problemas de conciencia por los cuernos que le acababa de poner a mi pobre novio y hasta mis lagrimitas eché de arrepentimiento.
Al día siguiente no fui a clase, había decidido no ir más, me veía como una puta por la infidelidad que había tenido con mi novio, aunque a las 4, hora de ir a clase, me entraron una ganas locas de ir.
Al otro día, estando en la playa con mis amigas, lo vi venir de lejos, las piernas me temblaban tanto que me tuve que sentar en la arena; me vio y vino hacia donde estábamos, me preguntó que por qué no había ido a clase y yo, con cara de gilipollas, sin saber que contestar, así que me dijo que esa tarde me quería allí como todos los días.
Esa tarde, como zombi, con mis libros bajo el brazo me presenté en casa de mi amiga, me abrió la puerta mi profesor integral, ya que me estaba enseñando las asignaturas y el sexo, y allí mismo de pie nos liamos a besarnos. Los libros tirados por los suelos, mi vestido, mi sujetador y mis bragas, todo tan apasionado como había visto en las películas.
Aquella tarde si supe lo que era un orgasmo, como los que tenían las mujeres y no las niñas con sus pajillas; cuando me corrí me entró una risa histérica que lo mismo me daba también por llorar, así estaba de emocionada.
Mi conciencia de adultera me mataba y hacía sufrir por la doble personalidad que estaba teniendo con todo aquello, y sentía la necesidad de arreglarlo porque me estaba haciendo daño a mi y a mi novio.
El fin de semana vino mi novio, me sentía muy agobiada y no tenía el valor para contarle lo bien que me lo estaba pasando con el hermano de mi amiga, sobre todo porque se agravaba la situación al verlo como si fuera un minusválido del sexo con eso de no poder desacapullar.
Estuvimos al atardecer en la playa y como hacía tiempo que no me veía el pobre sólo tenía ganas de disfrutar de mí, así que lo dejé hacer, me ponía caliente pero no conseguía llegar al orgasmo, que por cierto, cuando se prueba bien el sexo, ya no se puede pasar sin el.
Hice como la que me corría y así se quedó satisfecho, pero como tenía un calentón de miedo sólo hacía pensar en mi profesor, al que le había contado que estaría con mi novio, de modo que decidí ‘ponerme como enferma’ para que me llevara a casa. Me dejó en el portal y me escondí en las escaleras hasta que calculé que ya se había marchado, salí y me presenté en casa del amante que me abrió la puerta muy sorprendido, preguntándome si no estaba con mi novio, le conté lo que me pasaba y nos pusimos a follar como locos, fueron mis primeros orgasmos intensos de mi vida.
La siguiente semana fue maravillosa, todo el día estaba pensando que se me hacía muy aburrida y larga la vida hasta las 4 de la tarde y estaba deseando sentir como me montaban, aunque mi culpabilidad no desaparecía.
Al fin de semana siguiente de nuevo mi novio vino a verme y ya pasara lo que pasara se lo contaría. El tiempo transcurría y no me atrevía, me daba miedo confesarle mi pecado, así que al atardecer en la playa, cuando me estaba magreando, ya no pude más y le largué toda la historia de corrido, la escena no podía ser más surrealista, mi novio con la polla tiesa y yo con las tetas al aire contándole como otro me había desvirgado y como me hacía disfrutar como una perra todos los días. Cuando terminé nos quedamos en silencio, me hubiera gustado en ese momento que me diera una bofetada y que me dijera que era una mala puta, pero el permaneció en silencio, un largo e interminable silencio, hasta que me dijo que lo comprendía, que me quería mucho y que en muestra del amor que me tenía me rogaba que fuera a verlo en ese momento y me quedara bien satisfecha, que él me esperaba en la playa para hacerlo después conmigo.
Tras esas emotivas palabras los ojos se me llenaron de lágrimas y nos abrazamos, nos besamos, le decía que lo quería con locura y que lo que había hecho no tenía perdón, todo esto mientras nos sobábamos y le meneaba la polla. Insistió y al final me fui a ver a mi amante, al que le conté lo que acababa de pasar, y como iba ya calentita pues me corrí a lo bestia pensando que ya estaba libre de culpabilidad.
Cuando terminamos bajé a la playa, allí estaba esperando mi amado, el cual me preguntó que como había ido todo, le conté que muy bien, me agaché y se la chupé como nunca lo había hecho en mi vida, una mamada con tanto amor que por poco se me muere de gusto el pobre.
Al despedirnos me dijo que para no sufrir sería mejor que no le contara nada, que siguiera disfrutando, era un encanto de niño, así lo hice y me pasé un verano follando como una reina.
En septiembre mi novio se operó de fimosis, yo cumplí 17 años y a la abuela de mi amiga le dieron el alta en el hospital.

1 comentario:

  1. JAJAJAJ. BUENIIIIISIMO. TODAS HEMOS PASADO POR ESAS CIRCUNSTANCIAS REINA. SI TE DIGO COMO ME DESVIRGARON A MI....LOS MIEDOS, LAS TONTERIAS QUE NOS METÍAN EN LA CABEZA, Y NOSOTRAS CON EL FUEGO ENTRE LAS PIERNAS, VERDAD???? LO IMPORTANTE ES QUE EL CHICO QUE TE DESVIRGÓ NO TE DEJÓ TRAUMA. Y NO TE PREOCUPES LO DE ANDAR ESPATARRÁ...JAJAJA, PORQUE HOY DESPUES DE MUCHOS AÑOS, CUANDO TIENES SEXO DEL BUENO Y EN ABUNDANCIA, SI QUE TE HACEN ANDAR ESPATARRÁ...JAJAJAJAJA.
    BESOTES DE MEDEA

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