lunes, 22 de junio de 2009


Me gusta hacer apuestas con mi pareja en cuestiones eróticas y sexuales, tiene algo de morbo y algo de riesgo, me excita tener que hacer algo que normalmente no haría y que debo de hacer, como es sentarme en un bar o en un paseo sin ropa interior y enseñarle, ‘sin darme cuenta’, mi sexo a un desconocido o rozarle mis pechos por la espalda a un hombre viendo un espectáculo donde hay mucho público.
Nos hemos apostado esta vez que el próximo sábado iremos al club y deberé follar con todo aquel que el me indique, sin hacer objeciones, dejándome hacer y siendo complaciente, como si fuera una puta.
Esas cosas me ponen a cien, me encienden y me dan la sensación de vértigo, como el que se tira desde un alto trampolín con la intención de caer en una lata de sardinas, de ahí el dibujo que acompaña a esta confesión.
Por una parte tengo temor y por otra estoy deseando que llegue el día y deseo que vayan hombres guapos y muchos, porque pienso pasármelo bomba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario