La biblioteca Pública

La biblioteca pública a primeras horas de la tarde estaba casi vacía, había ido a devolver unos libros y aproveché para buscar algo para distraerme, ya que había terminado los exámenes. Paseé por la sección de las novelas y encontré una en el apartado de literatura erótica que se titulaba ‘Cruel Zelanda’, anónimo que reflejaba maravillosamente la mente de una mujer que es raptada por una tribu de Nueva Zelanda en el siglo XIX.
Comencé a leerlo de pie para saber si me interesaba y pedirlo en préstamo, desde el primer momento me enganchó y terminé yendo a sentarme en una de las mesas.
Según avanzaba en la lectura del libro me sentía identificada y erotizada por Stella, la protagonista, a tanto llegué que cruzaba mis piernas fuertemente para darme placer. En la sala sólo había un chico vuelto de espaldas leyendo, así que mi soledad era casi absoluta.Llegó un momento en el que no pude más y comencé, al principio tímidamente, a acariciarme, primero los pechos para terminar introduciendo mi mano entre los pliegues de mi falda para tocar mi sexo, siempre con mucho cuidado de que no apareciera alguien de repente y me descubriera. Al rato ya la cosa no tenía remedio y con las piernas entreabiertas me estaba masturbando; sería el sitio, la emoción y lo que leía que aquello me estaba poniendo caliente como hacía mucho no estaba. Cuando llegué a un pasaje de la novela, en la que es ultrajada por un gran aborigen, reventé en una explosión de placer mordiéndome los labios para no gritar, en ese momento el chico se giró y me miró, yo bajé la mirada toda avergonzada, me levanté y salí de la biblioteca dejando el libro encima de la mesa, sin ni siquiera molestarme en ponerlo en su sitio.